Ésta es una historia irreal enmarcada en un ambiente real, un estado de México: San Luis Potosí. Si alguien se ve retratado en la novela, le ruego que salga de ella, porque es producto de mi imaginación, y nadie tiene derecho a meterse sin mi permiso.
El tema retrata la historia de dos familias, y unos agregados o entenados, que viven aislados en ranchos de una zona desértica, con sus propios problemas, sin necesidad que unos extraños vengan a agregar inquina a la que tienen de por sí. Pero suele suceder así, y a los perros flacos se les acumulan las pulgas.
Suceden importantes acontecimientos alrededor de estas familias; pero ellos no se enteran de nada, porque sus asuntos son muchos más substanciales, en su consideración; y el mundo exterior prácticamente no existe. Sin embargo, a mirada de pájaro, y en opinión de un observador imparcial, sus cuitas no tienen ninguna relevancia fuera del entorno en el que viven.
Las vidas, que retrato, son un tanto curiosas, por no darles otro apelativo. Los lugares alejados de lo que llamamos civilización o sociedad, y fuera del alcance de la ley, son propicios para casos de este tipo. Y si a esto le sumamos que, para algunos, la vida no vale nada; como dice la canción de José Alfredo Jiménez; sobre todo la ajena, tendremos el caldo de cultivo necesario para que los huesos se calcinen bajo el tórrido sol de la tierra de las tunas y las pitahayas.
El autor
Al final de la novela hay un diccionario del argot de México al español estándar, para ayudar a aquellos lectores que no tenga idea de que “chingaos” dicen los protagonistas.
El tema retrata la historia de dos familias, y unos agregados o entenados, que viven aislados en ranchos de una zona desértica, con sus propios problemas, sin necesidad que unos extraños vengan a agregar inquina a la que tienen de por sí. Pero suele suceder así, y a los perros flacos se les acumulan las pulgas.
Suceden importantes acontecimientos alrededor de estas familias; pero ellos no se enteran de nada, porque sus asuntos son muchos más substanciales, en su consideración; y el mundo exterior prácticamente no existe. Sin embargo, a mirada de pájaro, y en opinión de un observador imparcial, sus cuitas no tienen ninguna relevancia fuera del entorno en el que viven.
Las vidas, que retrato, son un tanto curiosas, por no darles otro apelativo. Los lugares alejados de lo que llamamos civilización o sociedad, y fuera del alcance de la ley, son propicios para casos de este tipo. Y si a esto le sumamos que, para algunos, la vida no vale nada; como dice la canción de José Alfredo Jiménez; sobre todo la ajena, tendremos el caldo de cultivo necesario para que los huesos se calcinen bajo el tórrido sol de la tierra de las tunas y las pitahayas.
El autor
Al final de la novela hay un diccionario del argot de México al español estándar, para ayudar a aquellos lectores que no tenga idea de que “chingaos” dicen los protagonistas.