Es una obra que aspira a provocar la reflexión crítica sobre varios temas íntimamente vinculados: ¿Es el Capitalismo el sistema económico social definitivo de la Humanidad? ¿Es el Capitalismo todo lo que denominamos como tal? ¿Qué instituciones debería tener un sistema o Modo de Producción moderno y tecnificado para construir verdaderamente un sistema posterior al Capitalismo? La transición a un sistema más evolucionado que el actual: ¿Es posible? ¿Es una tendencia inevitable o es un construcción social consciente? ¿Puede el futuro técnico, con su concomitante disminución de los requerimientos de trabajo humano, convivir con el Capitalismo?
En todos los casos la reflexión que intenta avanzar sobre estos interrogantes se desarrolla sin concesiones apriorísticas a los paradigmas habituales - marxismo y liberalismo, en todas sus formas-. Por el contrario se parte de la convicción de que el estudio del Capitalismo (y del Socialismo) han estado lleno de equívocos y equivocaciones.
Para intentar demostrarlo se revisa la teoría antropológica, lo que implica la revisión de la historia de las formaciones productivas humanas así como el reconocimiento de la significación de los Modos de Reproducción del ser humano mismo. Se recorre la historia reciente, en la que hemos asistido, entre otros hechos, al desmantelamiento del llamado Socialismo Real y que en este trabajo es señalado como Poscapitalismo Estatalista.
No se ofrecen, por una decisión conciente, recomendaciones políticas, tratando de ese modo de abstraer el analisis científico del deseo o la ética política que pudieran deformar o apresurar las conclusiones. Sin embargo hay sí una resultante de este trabajo que es notoriamente política, si sus aserciones tuvieran asidero. Esta resultante está dada por el señalamiento reiterado de que el Capitalismo no se identifica por la existencia del Mercado y la Mercancía, sino por la privación a la mayoría de la población de propiedad de los medios de producción, con la consiguiente relación salarial, es decir el trabajo dependiente de la voluntad de otros.
Si esto es así, y más allá de la evidente y necesaria presencia del Estado donde sea pertinente y eficiente, no es la propiedad estatal de medios de producción la prueba de que no hay ya Capitalismo. Más bien por el contrario, la difusión generalizada de la propiedad de los medios de producción en todos los ciudadanos, es decir la reapropiación social de aquello que el Capitalismo hizo privado y excluyente, sería el indicador de algo mejor que el sistema actual. Si se aspirase a construir una sociedad de este tipo, es evidente que debería estar precedida por una necesaria revisión de los programas políticos, todos tributarios de ideologías dogmáticas, aunque se digan pragmáticos.
La pregunta sobre la factibilidad de este otro sistema, que algunos niegan a priori, será respondida por la historia que se despliegue de aquí en más. Aquí sólo se ha buscado definir con mayor precisión algunas de sus condiciones institucionales. Aquellas que al presente podemos avizorar.
Centro de Capacitación y Entrenamiento Social (CCES)
En todos los casos la reflexión que intenta avanzar sobre estos interrogantes se desarrolla sin concesiones apriorísticas a los paradigmas habituales - marxismo y liberalismo, en todas sus formas-. Por el contrario se parte de la convicción de que el estudio del Capitalismo (y del Socialismo) han estado lleno de equívocos y equivocaciones.
Para intentar demostrarlo se revisa la teoría antropológica, lo que implica la revisión de la historia de las formaciones productivas humanas así como el reconocimiento de la significación de los Modos de Reproducción del ser humano mismo. Se recorre la historia reciente, en la que hemos asistido, entre otros hechos, al desmantelamiento del llamado Socialismo Real y que en este trabajo es señalado como Poscapitalismo Estatalista.
No se ofrecen, por una decisión conciente, recomendaciones políticas, tratando de ese modo de abstraer el analisis científico del deseo o la ética política que pudieran deformar o apresurar las conclusiones. Sin embargo hay sí una resultante de este trabajo que es notoriamente política, si sus aserciones tuvieran asidero. Esta resultante está dada por el señalamiento reiterado de que el Capitalismo no se identifica por la existencia del Mercado y la Mercancía, sino por la privación a la mayoría de la población de propiedad de los medios de producción, con la consiguiente relación salarial, es decir el trabajo dependiente de la voluntad de otros.
Si esto es así, y más allá de la evidente y necesaria presencia del Estado donde sea pertinente y eficiente, no es la propiedad estatal de medios de producción la prueba de que no hay ya Capitalismo. Más bien por el contrario, la difusión generalizada de la propiedad de los medios de producción en todos los ciudadanos, es decir la reapropiación social de aquello que el Capitalismo hizo privado y excluyente, sería el indicador de algo mejor que el sistema actual. Si se aspirase a construir una sociedad de este tipo, es evidente que debería estar precedida por una necesaria revisión de los programas políticos, todos tributarios de ideologías dogmáticas, aunque se digan pragmáticos.
La pregunta sobre la factibilidad de este otro sistema, que algunos niegan a priori, será respondida por la historia que se despliegue de aquí en más. Aquí sólo se ha buscado definir con mayor precisión algunas de sus condiciones institucionales. Aquellas que al presente podemos avizorar.
Centro de Capacitación y Entrenamiento Social (CCES)