–¿Le has contado a alguien que me has visto?
–No, de verdad, a nadie. Y no lo haré si no quieres, pero con una condición.
–¿Cuál?
–Que me dejes ayudarte. Y no me digas que no necesitas ayuda porque no me lo creeré.
–¿Por qué?
–Porque tengo la impresión de que estás metida en un lío. Y los líos se suelen complicar.
En la vida de Bruno, un estudiante al que le han quedado asignaturas y que intenta recuperarlas en una residencia de verano, interviene un suceso inesperado y se involucra, en unión de una joven intrépida, en la empresa de averiguar el secreto de una familia que guarda muchos más de los que ambos creen.
Aurora Ventura nació en Madrid, en 1941, con todo lo que eso implica. Al poco tiempo adquirió el vicio de escribir del que no ha podido quitarse hasta ahora. Miembro de familia numerosa, hija de miembros de familias numerosas, a su alrededor nunca han faltado los niños y los jóvenes. A ellos está dedicada una buena parte de lo que escribe. Quizá sea porque cree en esas pequeñas personas que aún conservan los superpoderes que todos traemos de fábrica y que luego se pierden con la kryptonita de la madurez. O tal vez sea porque espere que, el escribir para ellos le haga un poco inmune a esa kryptonita.
–No, de verdad, a nadie. Y no lo haré si no quieres, pero con una condición.
–¿Cuál?
–Que me dejes ayudarte. Y no me digas que no necesitas ayuda porque no me lo creeré.
–¿Por qué?
–Porque tengo la impresión de que estás metida en un lío. Y los líos se suelen complicar.
En la vida de Bruno, un estudiante al que le han quedado asignaturas y que intenta recuperarlas en una residencia de verano, interviene un suceso inesperado y se involucra, en unión de una joven intrépida, en la empresa de averiguar el secreto de una familia que guarda muchos más de los que ambos creen.
Aurora Ventura nació en Madrid, en 1941, con todo lo que eso implica. Al poco tiempo adquirió el vicio de escribir del que no ha podido quitarse hasta ahora. Miembro de familia numerosa, hija de miembros de familias numerosas, a su alrededor nunca han faltado los niños y los jóvenes. A ellos está dedicada una buena parte de lo que escribe. Quizá sea porque cree en esas pequeñas personas que aún conservan los superpoderes que todos traemos de fábrica y que luego se pierden con la kryptonita de la madurez. O tal vez sea porque espere que, el escribir para ellos le haga un poco inmune a esa kryptonita.