En la mente de Dios hay una seguridad invariable de que puede darnos la responsabilidad para sembrar su Palabra por el mundo, y espera que lo hagamos con alegría y gratitud.
Sucede no obstante, que Él ha llamado a millones de salvos, a quienes les dio esta importantísima misión, y sin más ni menos, en un determinado momento, simplemente lo abandonaron todo por culpa de las dificultades de la vida, o por no arreglar sus cuentas con el Señor cuando estaban en pecados.
En vez de humillarse, prefirieron huir como lo hizo Jonás, yendo en otra dirección totalmente fuera del llamado para su vida, y se alejaron de la presencia del Creador con una facilidad poco común, y porque son cobardes, se mantienen aun del lado de afuera.
Dios aguarda su regreso para poderles sanar las heridas y darles las grandes bendiciones que fueron interrumpidas anteriormente y que se manifestarán nuevamente en el momento del reencuentro.
Las almas se están perdiendo y pereciendo en el infierno todos los días; vuelva y complete su obra porque el tiempo se está acabando, muy pronto será muy tarde para cualquier intento de arreglo de cuentas por parte de los obreros del Señor y aunque quieran no lo han de conseguir.
Huyéndole a Dios
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