Esta obra incide en una idea: la religión sirve para legitimar el poder pero también ayuda a la lucha subversiva.Francisco Martínez Hoyos propone un recorrido por la historia de los católicos progresistas españoles a partir de 1812, cuando sacerdotes de la talla de Diego Muñoz Torrero defendieron la Constitución de Cádiz. Los creyentes más contestatarios buscaron entonces la manera de armonizar fe y liberalismo, como en el siglo XX se intentaría hacer compatible fe y marxismo. El estudio presta especial atención al periodo de la dictadura franquista, en el que los militantes de diversos grupos confesionales se implicaron decisivamente en la oposición al régimen. A primera vista, "Iglesia" y "rebelde" son dos palabras que casan mal. Sin embargo, la religión sirve tanto para legitimar el poder como para la lucha subversiva. Francisco Martínez Hoyos propone un recorrido por la historia de los católicos progresistas españoles a partir de 1812, cuando sacerdotes de la talla de Diego Muñoz Torrero defendieron la Constitución de Cádiz. Se ha dicho que en España apenas existió el cristianismo liberal, pero aquí se valoriza su aportación a lo largo del siglo XIX. Destacó su intento por justificar en términos bíblicos la opción por el gobierno del pueblo, pero la orientación reaccionaria del Vaticano llevó a muchos creyentes a situarse fuera de los límites de la institución eclesiástica. En tiempos de la Segunda República, sacerdotes como Leocadio Lobo o laicos como José Bergamín defendieron el sistema democrático. Sin embargo, la victoria del general Franco en 1939, tras una cruenta guerra civil, supuso la apoteosis del catolicismo más rancio e intolerante. Nadie imaginaba entonces que desde el mismo seno de la Iglesia surgirían corrientes opositoras. Las mismas que recibirán un formidable espaldarazo gracias al Concilio Vaticano II.
Iglesia rebelde, la
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