Un estudio documentado histórico sobre el concepto de la "Iglesia de los pobres” en los últimos 50 años desde el Concilio Vaticano II. La idea de una "Iglesia pobre” y "para los pobres” es esencial en el Evangelio y una de las claves del nuevo papado.
La cuestión de la pobreza ha tenido una recepción defectuosa en la Iglesia posconciliar, sobre todo en el contexto occidental del primer mundo. Con frecuencia, el concepto «Iglesia de los pobres» se ha asociado negativamente al marxismo y se ha desplazado del acontecimiento conciliar a la Teología de la liberación.
Sin embargo, no podemos hablar de falta de sensibilidad hacia la pobreza por parte del Concilio, ya que sus pasajes son muy explícitos al respecto. Con la serenidad que brinda el tiempo transcurrido, el autor presenta y valora los debates y los textos conciliares sobre la cuestión, para que, rescatados del olvido, puedan convertirse en clave para la Iglesia del siglo XXI. Lo estimula también el hecho de hallarnos en otra etapa eclesial, marcada por el pontificado del papa Francisco, quien, con sus gestos genuinos y con la propia elección de su nombre, ha puesto en evidencia la urgencia eclesial del tema que el lector tiene en sus manos.
La cuestión de la pobreza ha tenido una recepción defectuosa en la Iglesia posconciliar, sobre todo en el contexto occidental del primer mundo. Con frecuencia, el concepto «Iglesia de los pobres» se ha asociado negativamente al marxismo y se ha desplazado del acontecimiento conciliar a la Teología de la liberación.
Sin embargo, no podemos hablar de falta de sensibilidad hacia la pobreza por parte del Concilio, ya que sus pasajes son muy explícitos al respecto. Con la serenidad que brinda el tiempo transcurrido, el autor presenta y valora los debates y los textos conciliares sobre la cuestión, para que, rescatados del olvido, puedan convertirse en clave para la Iglesia del siglo XXI. Lo estimula también el hecho de hallarnos en otra etapa eclesial, marcada por el pontificado del papa Francisco, quien, con sus gestos genuinos y con la propia elección de su nombre, ha puesto en evidencia la urgencia eclesial del tema que el lector tiene en sus manos.