Lady Hope:
Abandonada apenas unos días antes de su boda por su prometido que, con la ayuda y asentimiento de sus propios padres, era cambiada por otra novia, su propia hermana, Marian de Gremby decidió dar un giro a su vida. Marchó sola a la propiedad que le hubieron dejado sus tíos, alejándose de su familia, sus recuerdos e incluso de sí misma. En su nuevo hogar descubrirá qué es el amor y lo que éste puede lograr. Pero no todo será tan fácil. Tendrá que luchar contra secretos, mentiras y engaños que la harán dudar de todos y todos y quizás renunciar a sus nuevos sueños y esperanzas.
Aquiles, Marqués de Reidar y futuro duque de Chester, lo tenía todo; Era un caballero atractivo, con fortuna, altas dosis de temeridad y seguridad en sí mismo. Todo ello le reportaba se mirado con la envidia y el respeto por sus congéneres masculinos y le proporcionaba que allá por donde fuere los suspiros de las damas y sus entregados brazos. Sí, lo tenía todo, o eso creía. Solo una joven terca, cabezota y completamente ajena a su encanto le abrirá los ojos a la verdad. Le faltaba lo único que nunca hubo buscado y que, sin embargo, era lo único que deseaba; el amor de la única mujer destinada a ser su terca pareja.
Abandonada apenas unos días antes de su boda por su prometido que, con la ayuda y asentimiento de sus propios padres, era cambiada por otra novia, su propia hermana, Marian de Gremby decidió dar un giro a su vida. Marchó sola a la propiedad que le hubieron dejado sus tíos, alejándose de su familia, sus recuerdos e incluso de sí misma. En su nuevo hogar descubrirá qué es el amor y lo que éste puede lograr. Pero no todo será tan fácil. Tendrá que luchar contra secretos, mentiras y engaños que la harán dudar de todos y todos y quizás renunciar a sus nuevos sueños y esperanzas.
Aquiles, Marqués de Reidar y futuro duque de Chester, lo tenía todo; Era un caballero atractivo, con fortuna, altas dosis de temeridad y seguridad en sí mismo. Todo ello le reportaba se mirado con la envidia y el respeto por sus congéneres masculinos y le proporcionaba que allá por donde fuere los suspiros de las damas y sus entregados brazos. Sí, lo tenía todo, o eso creía. Solo una joven terca, cabezota y completamente ajena a su encanto le abrirá los ojos a la verdad. Le faltaba lo único que nunca hubo buscado y que, sin embargo, era lo único que deseaba; el amor de la única mujer destinada a ser su terca pareja.