Es muy importante que comprendamos que las palabras que hablamos tienen poder creativo o destructivo.
La mayoría de las personas incluyendo muchos cristianos ignoran el poder que tienen las palabras pronunciadas, no consideran el efecto positivo o negativo que estas tienen sobre sus vidas.
Las palabras impactarán la vida del que las habla para bien o para mal. Así como el que fuma no solamente pone en riesgo su salud sino también la de los que están alrededor de él, así las palabras que hablamos nos afectan tanto a nosotros como a quienes las escuchan.
Las palabras pueden acariciar o herir, sanar o enfermar motivar o desanimar, unir o dividir construir o destruir. Hay solo dos maneras de hablar; correcta o incorrectamente y el resultado será el fruto que habremos de cosechar “salud o enfermedad, bendición o maldición, vida o muerte”.
La mayoría de las personas incluyendo muchos cristianos ignoran el poder que tienen las palabras pronunciadas, no consideran el efecto positivo o negativo que estas tienen sobre sus vidas.
Las palabras impactarán la vida del que las habla para bien o para mal. Así como el que fuma no solamente pone en riesgo su salud sino también la de los que están alrededor de él, así las palabras que hablamos nos afectan tanto a nosotros como a quienes las escuchan.
Las palabras pueden acariciar o herir, sanar o enfermar motivar o desanimar, unir o dividir construir o destruir. Hay solo dos maneras de hablar; correcta o incorrectamente y el resultado será el fruto que habremos de cosechar “salud o enfermedad, bendición o maldición, vida o muerte”.