Sigue apuntándome con tu boca,
aunque duela cada bala que se clava en el pecho
sentenciando cada beso de embustero. . .
Seguiré arriesgando la mía.
Obsesionándome con tu saliva como única cura
de cada una de las quemaduras
que causa agarrarse a un clavo ardiendo.
Toquemos madera.
O ardamos con ella.
Apúntame al pecho y senténciame,
seguiré esperándote en otra vida.
Para otro cuerpo a cuerpo,
mientras haya camas que se empeñen en tenernos tan cerca.
Siempre habrá guerra.
La tuya, la mía
la nuestra.
aunque duela cada bala que se clava en el pecho
sentenciando cada beso de embustero. . .
Seguiré arriesgando la mía.
Obsesionándome con tu saliva como única cura
de cada una de las quemaduras
que causa agarrarse a un clavo ardiendo.
Toquemos madera.
O ardamos con ella.
Apúntame al pecho y senténciame,
seguiré esperándote en otra vida.
Para otro cuerpo a cuerpo,
mientras haya camas que se empeñen en tenernos tan cerca.
Siempre habrá guerra.
La tuya, la mía
la nuestra.